Un hombre tuvo que sacrificar a su perro porque no tenía dinero para el tratamiento, pero el veterinario hizo algo inesperado

Desesperado, Derrick salió a la acera para suplicar a los desconocidos que pasaban. Las gotas de lluvia se pegaban a su raída chaqueta y su voz se quebraba de tanto repetir su historia. La mayoría de la gente le rodeaba sin mirarle. Los pocos que se detenían le ofrecían compasión, no dinero. El tiempo era un lujo del que carecía.

Al anochecer, Derrick regresó al aparcamiento del veterinario con los hombros caídos. Miró a Rusty a través de la ventana de la clínica. El pecho del perro se elevaba en bocanadas superficiales, un duro recordatorio de que cada respiración podría ser la última. De repente, Derrick vio un anuncio de «Se busca ayuda» en la calle.