Un hombre tuvo que sacrificar a su perro porque no tenía dinero para el tratamiento, pero el veterinario hizo algo inesperado

En un último intento por salvar el futuro de Rusty, Derrick salió corriendo a la concurrida calle. Pidió ayuda a los transeúntes, pero la mayoría lo rechazó. Unos pocos le ofrecieron compasión, pero no dinero. La vergüenza y la desesperación luchaban en su interior. Sólo podía pensar en la vida de Rusty, que se consumía en su interior.

Finalmente, Derrick volvió al veterinario. El pronóstico era claro: el tiempo apremiaba. Si no podía reunir los fondos pronto, la eutanasia se convertiría en la única opción misericordiosa. El tono compungido del veterinario era inconfundible. Derrick se sintió dividido entre la pena y la rabia por su propia impotencia.