Respirando con calma, Derrick encontró su voz. Explicó el estado de Rusty, su debilitamiento gradual y su colapso repentino. Los ojos del veterinario mostraban preocupación mientras asentía con la cabeza, indicando a la enfermera que preparara algunas pruebas. Derrick tragó saliva, luchando contra el temor de no tener los medios para salvar a Rusty.
El veterinario regresó al cabo de unos minutos, con los ojos serios. Le dijo a Derrick que Rusty padecía una enfermedad tratable pero que requería una intervención rápida. El alivio de Derrick duró poco cuando se enteró del coste estimado. La cantidad parecía insuperable, sobre todo teniendo en cuenta la cartera raída de Derrick y su precaria situación financiera.