Un veterano visita a diario a una camarera en un pub: su último mensaje la deja llorando

Miró por la ventana, observando cómo se desarrollaba la velada: una pareja riendo al pasar, un grupo de amigos compartiendo una ronda de copas, el tintineo de las copas y el sonido de las risas llenando el aire. Fuera, la vida seguía su curso, pero dentro de él, el tiempo parecía congelado.

No dijo mucho, prefirió observar el ajetreo del mundo exterior. Su rostro era un mapa de líneas y pliegues, cada uno de los cuales contaba la historia de una vida vivida con alegría y tristeza. James se apoyaba con fuerza en su bastón, un recordatorio constante de las batallas que había librado, tanto en la guerra que parecía haber durado toda una vida como en su interior.