Una mujer cede su asiento a un veterano y palidece al descubrir quién es en realidad

El corazón le dio un vuelco al darse cuenta. Las insignias… no se parecían en nada a las verdaderas insignias del ejército. Un escalofrío le recorrió la espalda. El hombre al que había cedido su asiento con tanto orgullo, el hombre que había creído sin ninguna duda que era un veterano del ejército, no pertenecía al ejército.

Ni siquiera estaba cerca de ser un veterano del ejército. Y en ese momento, todo cobró sentido: las dudas, los nervios, la falta total de confianza en una crisis. Aquel hombre no era quien parecía ser. Una oleada de vergüenza y rabia la invadió, apretándole el pecho.