Su respiración se volvió entrecortada e irregular, y la fina capa de sudor de su frente brilló bajo las duras luces de la cabina, contrastando con la tela de su uniforme. Intentó ponerse una venda, pero se le deshizo casi de inmediato.
Los auxiliares de vuelo le observaban con creciente preocupación, frunciendo el ceño mientras sus manos seguían tanteando. Sus acciones eran lentas, desorganizadas, como si no supiera por dónde empezar o qué hacer a continuación. El corazón de Kristen se hundió en un abismo de incredulidad.