Una mujer cede su asiento a un veterano y palidece al descubrir quién es en realidad

Cada paso se sentía más largo, más pesado, lastrado por la gravedad de la situación. Este hombre tenía que ser la solución, se decía una y otra vez. Tenía que serlo. Pero al llegar junto a la mujer herida, su esperanza vaciló, quebrándose bajo la presión de la realidad.

En el momento en que las azafatas se apartaron, dejándole espacio para tomar las riendas, algo cambió en el aire. La confianza que ella había imaginado que él poseía desapareció, sustituida por una vacilación palpable que flotaba entre ellos como una espesa niebla.