Un tío le dijo a su familia que nunca abriera su viejo garaje, pero lo que descubrieron dentro fue extraño

Sin embargo, rechazó su consejo. No podía soportar la idea de perder las partes de sí mismo que le hacían ser quien era. Tras recibir el diagnóstico, se volvió cada vez más solitario. El hombre vibrante que una vez conocieron parecía retirarse del mundo, pasando la mayor parte del tiempo en casa, absorto en tareas que lo mantenían alejado de quienes se preocupaban por él.

Sus seres queridos le veían cada vez menos, mientras él se distanciaba en los meses siguientes, optando por afrontar su enfermedad a su manera. Lo único que podían hacer sus amigos y familiares era ofrecerle su apoyo. Se dieron cuenta de que discutir con él no serviría de nada y lo aceptaron.