Volviendo a la cama, Theresa se metió bajo las sábanas, pero el sueño no le llegó tan fácilmente. Su mente se agitaba, repitiendo la imagen de la esfera brillante. «Estás cansadísima», susurró, intentando no pensar en la inquietante luz.
Finalmente, el cansancio venció y Theresa se sumió en un profundo sueño, demasiado cansada para preocuparse por el mundo exterior. Se sumió en un sueño tranquilo, pero sus sueños estaban llenos de imágenes de la extraña luz parpadeante.