El corazón de Theresa se aceleró mientras conducía de vuelta a la ciudad, con el peso de su descubrimiento presionándola fuertemente. Una vez allí, buscó a un periodista local de confianza, alguien que sabía que no descartaría su historia por descabellada. Juntos revisaron las fotos que Theresa había hecho.
Cuanto más profundizaban, más claro quedaba que no se trataba de un accidente. Los documentos revelaban operaciones militares encubiertas, pruebas de tecnología aeronáutica avanzada y el uso del valle como laboratorio privado. El gas liberado por el disco volador había sido diseñado para mantener alejados a los civiles y garantizar que no se descubriera su trabajo.