Pero en el fondo, sabía que algo no encajaba. La forma en que se movía el objeto, suave y deliberada, no se parecía a la de ningún dron que hubiera visto antes. Y aquellas nubes… se acumulaban demasiado deprisa, como atraídas por la presencia del propio disco.
El pánico se apoderó de ella. Los niños corrían ciegamente hacia el bosque, ajenos a los peligros que podían acecharles. Los instintos de Theresa entraron en acción. Fuera lo que fuera, no podía dejar que los niños lo persiguieran solos por el bosque.