Una misteriosa luz en el cielo conduce a este profesor a un oscuro secreto escondido en el bosque

Se sintió aliviada, pero algo iba muy mal. Los diez niños permanecían inmóviles, con los ojos muy abiertos y las pequeñas manos apuntando hacia el cielo. El silencio que siguió a sus gritos fue escalofriante, como si el aire mismo hubiera sido succionado del momento.

Theresa salió, con las piernas pesadas por una extraña mezcla de miedo y confusión. «¿Qué están mirando?», susurró en voz baja. Cuando por fin sus ojos siguieron la trayectoria de sus dedos, se le cortó la respiración.