John hizo todo lo posible por olvidarlo, pero una tarde, Caroline llegó a casa con un dibujo que hizo que John se detuviera en seco. Dos niñas estaban dibujadas en la página con colores brillantes y vibrantes, pero lo que le llamó la atención fue que estaban dibujadas con estilos diferentes.
John reconoció al instante el estilo de dibujo de su hija. Curioso, preguntó quién había dibujado a la otra niña. La respuesta de Caroline le dejó sin palabras: «Anna me ha dibujado a mí y yo he dibujado a Anna», dijo con una sonrisa de orgullo, antes de marcharse a su habitación.