Así que respiró hondo y trató de calmarse, prometiendo encontrar la manera de hacerle pagar por su arrogancia.
Habían pasado unos minutos y David seguía sin poder mover el camión. En un momento de desesperación, amenazó con llamar a la policía, esperando que la amenaza de consecuencias legales fuera suficiente para hacer entrar en razón a la chica. Para su alivio, la amenaza pareció funcionar y la chica finalmente accedió a mover el coche.