David consideró sus opciones. ¿Debería ir a la policía y presentar una denuncia? O tal vez podría intentar localizar a la mujer y enfrentarse a ella directamente. En cualquier caso, sabía que no podía dejarlo pasar. Estaba decidido a defenderse y a asegurarse de que la mujer comprendiera que no podía tratar así a la gente y salirse con la suya. Hizo una nota mental para revisar las imágenes de su cámara del salpicadero y ver si podía reunir más información sobre la mujer o su coche. Con eso, arrancó el camión y se marchó, todavía furioso, pero con la determinación de hacer las cosas bien.
Después de apresurarse a entregar su camión, David comprobó inmediatamente la matrícula en su ordenador portátil. Se sintió aliviado al comprobar que el coche estaba matriculado en la misma ciudad en la que él se encontraba. Esperaba que la mujer hubiera conducido en la misma dirección que él, ya que así le resultaría más fácil localizarla y vengarse.