La mente de David daba vueltas con preguntas. ¿Qué había hecho que Emily enfermara tan repentinamente? ¿Podrían los médicos salvarla con esta operación urgente? ¿Podría Emily recuperarse por completo y estar a disposición de sus trillizos? La idea de que no sobreviviera era demasiado dolorosa. Parecía que había sido ayer cuando estaban llenos de alegría y alivio.
Hacía sólo dos semanas, Emily había dado a luz a sus preciosos trillizos. El parto fue duro y agotador, pero en cuanto Emily tuvo en brazos a Eva, Leo y Sara, sus preciosos bebés, le dijo a David que todo había merecido la pena. Mientras David se paseaba por el pasillo del hospital, esperando ansiosamente noticias del quirófano, repetía aquel precioso recuerdo en su mente. No podían convencerle de que aquellos preciosos momentos de felicidad como una familia unida estaban destinados a ser tan fugaces. Apretó los puños con frustración y desesperación. No era justo La vida les debía algo más que este mero atisbo de felicidad