En ese momento, todas sus angustias parecieron disolverse, proporcionándole un respiro muy necesario. Por fin podía volver a respirar. Por un minuto pudo relajarse. Sin embargo, este momento de tranquilidad no duraría mucho..
Unas horas más tarde, David fue despertado bruscamente por un fuerte ruido. El grito ahogado de una enfermera despertó a David cuando entró en la habitación, sorprendida de encontrarle allí. David miró el reloj y vio que sólo eran las cinco de la mañana. La enfermera le dijo: «Señor, no debería estar aquí», pero David suplicó permiso para quedarse.