De vuelta a casa, con los niños dormidos, David encontró un momento para descansar. Su madre había permanecido en silencio durante todo el viaje, pero David podía interpretar sus pensamientos. Si fuera ella la que estuviera en el hospital, nunca perdonaría a su marido que se hubiera ido de su lado.
Su madre veía sus acciones como cobardes, pero ¿qué otras opciones tenía cuando dos guardias de seguridad lo vigilaban de cerca, esperando su partida? Entonces se le ocurrió una idea. Podía intentar colarse en el hospital cuando empezara el turno de noche; esos miembros del personal no le reconocerían.