David fijó la mirada en el médico, con una pregunta silenciosa en los ojos. Sin embargo, la expresión abatida del rostro del médico le hizo sentir una punzada de terror en el corazón. «David -comenzó el médico, dejando que una pesada pausa marcara el silencio-, la operación está llevando más tiempo del previsto inicialmente. El estado de tu mujer es estable, pero hemos tenido complicaciones»
Continuó, con un hilo de determinación entretejiéndose en su voz: «Sabíamos que aventurarnos en esta operación conllevaba riesgos, pero estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano para devolverle la salud.» David se quedó mirando al médico, con la incredulidad anclada en su sitio. ¿De verdad podía estar ocurriendo esto? Las palabras se le escapaban. El tono despreocupado del médico, como si estuviera hablando de algo cotidiano, chocaba con la gravedad de la situación. ¿Pero qué podía hacer? Estaba indefenso, obligado a soportar esta vigilia impotente. En silencio, asintió con la cabeza y se sentó. La espera iba a ser larga..