Amelia estaba dando los últimos retoques a su maquillaje cuando su teléfono volvió a sonar: era Jonathan, su cita de la noche. Le había enviado un encantador selfie con el siguiente mensaje: «¡Me muero por verte esta noche!»
Amelia respondió con un rápido «¡Yo también!» mientras un rubor subía por sus mejillas. Hacía años que no tenía una cita y el mero hecho de prepararse la llenaba de una mezcla de emoción y nerviosismo.
Con una rociada de perfume, se miró por última vez en el espejo, sintiéndose realmente feliz ante la idea de conocer a aquel chico adorable en persona. Pero lo que Amelia no sabía era que la cita que esperaba con impaciencia pronto se convertiría en una de las peores pesadillas de su vida.