Esta escena hace volar la imaginación. ¿Son estos equinos visitantes de la playa o forman parte de la excursión familiar? La calma de la familia sugiere un encuentro rutinario, pero el misterio añade encanto a la instantánea, convirtiéndola en un divertido recuerdo de un día al sol.
A primera vista, la imagen casi nos convence de una historia de amor entre pingüinos. Sin embargo, la revelación de que son peluches añade un toque juguetón a la narración. Es una broma encantadora que nos hace reír y que muestra el giro creativo que alguien ha dado a la fotografía de la vida salvaje.