Esas chanclas pueden parecer desgastadas, pero es evidente que son muy apreciadas. Quizá no se trate de su valor, sino de la comodidad que han amoldado a los pies de su dueño. Al sujetarlas bien, el dueño puede descansar fácilmente. Es un misterio junto a la playa, pero una cosa está clara: no se van solas.
Este sofá de arena no es sólo un asiento mullido, es toda una declaración de intenciones. Con espacio de sobra, es una invitación abierta a la camaradería. ¿Podría ser éste el nuevo lugar social de la playa? En un día de brisa marina, es el lugar perfecto para hacer amigos.