Mark se había esforzado por ser un buen padrastro. Era atento, comprensivo e infinitamente paciente, o al menos eso parecía. Desde fuera, parecía claro que quería a Linda y, durante un tiempo, Emily se había convencido de que podía ser sincero.
Linda había estado enamorada de Mark desde el principio. A menudo hablaba de su amabilidad, de su consideración y de cómo la hacía sentir realmente vista después de años de desamor. Pero Emily no podía deshacerse del mal presentimiento que tenía sobre él.