Las caras de los okupas se contorsionaron de desconcierto y rabia: «¡Esto no es justo! Llevamos viviendo aquí», gritan con desesperación. Los agentes permanecieron impasibles y repitieron con firmeza: «Tienen que desalojar el lugar ahora mismo o serán detenidos por allanamiento»
Vernon se quedó parado, con el corazón latiéndole con una mezcla de triunfo y alivio. Ver cómo obligaban a los ocupantes ilegales a marcharse era una reivindicación de su lucha. Vio cómo eran escoltados a regañadientes fuera de la propiedad, con una expresión de conmoción e impotencia.