Los okupas ocupan la Casa del Soldado y aprenden una costosa lección

Con las primeras luces del alba, Vernon decidió entrar en la casa. Y por primera vez desde su regreso, se preparó una buena taza de café en su casa. Mientras sorbía la infusión caliente, Vernon se preparó para la segunda parte de su plan, sabiendo que la batalla estaba lejos de terminar.

A medida que el sol subía en el cielo, Vernon se acomodó en una silla junto a la ventana, vigilando la calle. Sabía que los okupas volverían a intentar entrar en la casa, pero esta vez se iban a llevar una desagradable sorpresa