Una vez que todo el mundo estaba en su sitio, empezaron a soltar las chinches apestosas por las ventanas y cualquier otra abertura que pudieran encontrar. Los insectos se dispersaron rápidamente, llenando la casa con su olor abrumador.
Ahora era el momento de volver a sus vehículos y dejar que las chinches apestosas hicieran su trabajo. Vernon y su equipo abandonaron rápidamente el lugar y esperaron a que el olor impregnara toda la casa. Al amanecer, el escenario estaba preparado y era hora de entrar en acción.