Al volver a casa de sus padres, Vernon supo que necesitaba una nueva estrategia. Había comprado esta casa hasta el último céntimo que había ahorrado, y estaba decidido a no dejar que nadie se la arrebatara tan fácilmente. Esa noche, se quedó despierto, pensando en un plan.
Durante los días siguientes, Vernon se dedicó a idear y elaborar estrategias para desalojar a los okupas sin la ayuda de las fuerzas del orden. La policía ya se había negado a ayudarle, y él no podía permitirse esperar meses para una batalla judicial.