Los okupas presentaron documentos en los que afirmaban que habían alquilado la casa. Los agentes examinaron los documentos y, ante la incredulidad de Vernon, declararon: «Estos papeles parecen legítimos. No podemos obligarles a irse»
La frustración de Vernon se convirtió en ira incrédula. «¡Esta es mi casa! Nunca se la he alquilado a nadie», insistió, con la voz temblorosa por la emoción. El policía suspiró: «Sin pruebas claras de lo contrario, no podemos hacer nada. Tendrá que llevarlo a los tribunales»