John no era un hombre imaginativo por naturaleza. Él creía en lo que podía ver y tocar, las cosas tangibles de la vida, y sin embargo, aquí había algo en su taza de inodoro que desafiaba esas creencias. Una serpiente surrealista, de aspecto extraño, en el lugar donde menos esperaba encontrarla.
Mientras retrocedía, con el corazón latiéndole en el pecho, las dudas empezaron a infiltrarse en su mente. ¿Habían visto realmente sus ojos lo que su cerebro se esforzaba por comprender? Y si la realidad se alineaba con su percepción, ¿podía seguir siendo inocente o se trataba de algo más grande, algo que escapaba a su control?