Sam, que siempre se había sentido como un extraño, de repente se vio rodeado de nuevos amigos. Incluso los matones que le habían atormentado en el pasado parecían mirarle con un nuevo respeto.
Pasaron las semanas y la vida volvió poco a poco a la normalidad. Sam y Mike se hicieron íntimos amigos y se unieron por la experiencia que habían compartido. Pasaban los fines de semana jugando a videojuegos, viendo películas y simplemente pasando el rato.