En el centro comercial, entraron en un pequeño y económico restaurante mexicano. La decoración luminosa y la música alegre no concordaban con la aprensión de Brianna. Cuando la camarera vino a tomarles nota, Brianna pidió un plato de quesadilla, sabiendo que no podría permitirse otro aunque quisiera.
Cuando la camarera preguntó qué más querían pedir, Brianna dudó, con las mejillas encendidas por la vergüenza. Se agarró al borde de la mesa y su mente empezó a pensar en excusas que pudieran suavizar la situación.