Cuando comprobó su cuenta bancaria, la realidad la golpeó con fuerza: 15 dólares a su nombre y una montaña de facturas sin pagar que la miraban desde la encimera de la cocina. Una oleada de impotencia la invadió, pero no podía permitirse pensar en ello. Respiró hondo y se levantó de la cama, aferrándose a la débil esperanza de que, de algún modo, hoy se produciría un milagro.
Decidida a hacer especial el cumpleaños de Adrian a pesar de sus escasos recursos, Brianna rebuscó en los armarios de la cocina. Encontró una vieja caja de galletas, las colocó cuidadosamente en capas en un plato y extendió glaseado por encima para imitar una tarta. Añadió una pequeña vela y llevó su creación a la habitación de sus hijos.