Adam se quedó un rato, compartiendo historias de su infancia con Adrian y Lucy, haciéndoles reír. Brianna escuchaba, sintiendo una inesperada ligereza en el corazón. Sus preocupaciones anteriores se desvanecieron, sustituidas por la calidez de saber que aún había gente buena en el mundo.
Cuando llegó la hora de irse, Brianna abrazó a Adam con fuerza. «Gracias por todo. No sólo has alegrado el cumpleaños de Adrian, sino que me has recordado que los milagros pueden ocurrir cuando menos te lo esperas» Adam sonrió y dijo: «Ha sido un placer. Estás haciendo un trabajo increíble, Brianna. No lo olvides»