A pesar de sus incansables esfuerzos, las ocasiones especiales como los cumpleaños pesan mucho en su corazón. Observar los ojos esperanzados de sus hijos y darse cuenta de que no siempre puede cumplir sus sueños le hace sentir que se queda corta, un dolor que ningún tipo de amor o sacrificio parece calmar.
Como todos los días, Brianna se despertó antes del amanecer, con el cuerpo dolorido por no haber descansado lo suficiente. Pero esta mañana era diferente: era el cumpleaños de Adrian. Le había prometido el último juego de LEGO y un regalo especial, un capricho poco frecuente en una familia que vivía con tan poco.