Cuando Brianna se levantó, vio al hombre de la camiseta blanca que se quedaba fuera de la juguetería. Tenía los ojos clavados en ella y una mirada atenta e inquietante. Una oleada de inquietud la invadió. ¿Les había seguido desde el restaurante? Por un momento, su corazón se aceleró.
Se sacudió la alarma y volvió a centrarse en Adrian. Agarrando con fuerza la mano de Lucy, Brianna empezó a caminar por la tienda. Pasó de un pasillo a otro, llamando suavemente a su hijo, con una voz teñida de preocupación y urgencia. Pero no había rastro de Adrian por ninguna parte.