Una madre soltera y sus hijos en un restaurante no se dan cuenta de que hay un hombre sentado detrás de ellas

Las quejas de sus hijos continuaban, y sus voces se hacían más fuertes a cada momento. Adrian se cruzó de brazos y murmuró que le habían arruinado el cumpleaños, mientras Lucy lloriqueaba por lo injusto que era.

Se le hizo un nudo en la garganta, pero se lo tragó, decidida a mantener la compostura. Se recordó a sí misma que aquel momento, por insoportable que fuera, era temporal. Lo único que quería era terminar la comida y llevarse a sus hijos a casa, lejos de las miradas indiscretas de los extraños.