¿No es increíble que, a pesar de estar tan unidas, Abby y Brittany tengan sus propios intereses y miedos? Es como tener dos piezas de puzzle diferentes que encajan a la perfección. Han aprendido a celebrar estas diferencias y a apreciar las cualidades especiales que hacen de cada una de ellas lo que son.
La historia de Abby y Brittany nos enseña el valor de abrazar nuestras fortalezas e intereses individuales. Nos demuestran que no pasa nada por ser diferentes y tener nuestras propias pasiones. Es como un hermoso tapiz, en el que cada hilo contribuye a la obra maestra.