Un hombre pierde a su cachorro en un pantano: ¡lo que encontró después es increíble!

Con meticulosa precisión, inclinó la linterna hacia los trapos aceitosos, encendiendo la llama. El humo ascendió mientras las chispas danzaban sobre la tela saturada. Las primeras volutas de trapo ardiendo señalaron su apuesta. Empujó el cubo para contener la llama, buscando el caos suficiente para distraerlos.

Y funcionó. Los criminales siseaban alarmados, maldiciendo el humo repentino. Uno se lanzó a por una jarra de agua. Otro rebuscó cualquier cosa que pudiera aplacar las llamas. El tercero pateó los trapos humeantes con frustración. En aquel remolino de pánico, Marcus corrió hacia la jaula de Luna, con el corazón rugiéndole en los oídos.