Unos veinte minutos más tarde, llegaron al hospital. Leah aparcó el coche muy torpemente, ocupando dos plazas de aparcamiento en lugar de una sola, pero no le importó. Tenía prisa por entrar y ver a aquel hombre.
Una vez dentro, se saltó la cola del mostrador de recepción y preguntó a la mujer que estaba sentada detrás: «Señorita, ¿dónde está ese vagabundo que ha salido esta mañana en la tele? Necesito verlo» Los demás en la cola no intentaron ocultar su enfado, pero Leah lo ignoró.