Los susurros de preocupación se extendieron entre los visitantes al ver su dificultad para moverse y su aparente sufrimiento. El estado de Lola ya no podía ignorarse ni considerarse un problema menor; se había convertido en un asunto de interés público, que suscitaba preguntas y llamamientos a la acción.
Los niños que antes observaban las travesuras de Lola ahora la miraban con creciente preocupación. Donde antes se deleitaban con sus juguetones columpios e interacciones, ahora veían una figura sombría que luchaba contra una enfermedad evidentemente dolorosa. La vibrante energía que antes les cautivaba había sido sustituida por una inquietante quietud.