El Dr. Stone examinó rápidamente al bebé mientras el Dr. Gerard cerraba la incisión de Lola. El bebé, llamado Milo, prosperó bajo los cuidados de Lola y la atenta mirada del equipo veterinario.
Los rasgos únicos y la inteligencia de Milo sorprendieron a todos. Aprendió el lenguaje de signos e interactuó de forma extraordinaria con el personal y los animales. La historia de Lola y Milo se convirtió en un faro de esperanza que ponía de relieve la importancia de la compasión y la vigilancia en el cuidado de los animales.