Resuelto a pasar a la acción, Jason se despertó a la mañana siguiente con una determinación que no había sentido antes. Las dudas y los temores que le habían atormentado la noche anterior habían cristalizado en una clara determinación. Tenía que ir a la comisaría y compartir sus sospechas sobre Susan. Era la única manera que se le ocurría de empezar a desentrañar el misterio que rodeaba la muerte de su padre.
Después de una noche agitada, sus pensamientos estaban más claros ahora. Las conexiones que había establecido, las piezas de información que Thomas y él habían reunido el verano pasado, todas parecían apuntar en una dirección: Susan. Al entrar en la comisaría, el corazón de Jason latía con fuerza en su pecho. Se acercó a la recepción, donde un agente le miró inquisitivamente. «Necesito hablar con alguien sobre el caso de mi padre», dijo Jason, con voz firme a pesar de la agitación que sentía en su interior.