Un ex perro policía ladra al ataúd de su antiguo dueño y revela el secreto que se llevó a la tumba

Jason sintió que el aire pesado y viciado de la iglesia le llenaba los pulmones, el olor a madera vieja e incienso se mezclaba con la tensión. El aire parecía espeso por la curiosidad y la inquietud de la multitud, casi como si pudiera saborearlo. En medio de todo esto, los ladridos del perro resonaron profundamente en su interior, despertando un torbellino de emociones que luchó por controlar.

Con todos los nervios del cuerpo a flor de piel, Jason dio un paso adelante, con la paciencia al límite. Una oleada de frustración y dolor brotó de su interior. «¡Abrid el ataúd!», gritó, su voz reverberando contra las paredes de piedra y las vidrieras, llenando la iglesia. «¡Tenemos que ver la verdad! No podemos ignorarlo»