Aquel día se había preparado un café para alejar el cansancio de una noche agitada. En su mente se agolpaban los recuerdos de la pesca, las precarias placas de hielo y los avisos de tormenta. El único consuelo que encontraba era su inquebrantable empeño por sobrevivir.
La radio de su mesa crepitaba de vez en cuando con la charla de otros pescadores. La mayoría de las transmisiones advertían sobre el desplazamiento de las masas de hielo o la previsión de fuertes tormentas. Nolan escuchaba atentamente, consciente de que un solo descuido en aquel lugar podía costarle la vida.