La tripulación no pudo evitar soltar una carcajada, que resonó en todo el yate. Otro pirata, decidido a escapar, se lanzó hacia las jarcias, pero acabó enredado en ellas.
Se agitaba como un pez atrapado en una red, y sus desesperados intentos por liberarse no hacían más que empeorar la situación. Cada vuelta y revuelta no hacía más que tensar las cuerdas a su alrededor, provocando más risitas de la tripulación.