Su presencia era amenazadora y sus intenciones inconfundibles: habían venido a hacerse con el control del yate. El capitán Richard se dio cuenta de la gravedad de la situación. La tranquila tarde se había transformado abruptamente en una frenética batalla por el control.
Rápidamente entró en acción, sabiendo que los próximos momentos eran críticos. Se giró bruscamente, hizo una señal urgente a la tripulación y emitió un anuncio de emergencia a través del sistema de intercomunicación del yate.