El día empezó como cualquier otro. Martin pedalea por las calles de madrugada hacia el patio del tren, el aire fresco le escuece en las mejillas. El rítmico traqueteo de los trenes resonaba en la distancia, un reconfortante telón de fondo para su rutina. Le gustaban estos momentos de tranquilidad, la calma que precede a las horas de estruendo del acero y el hierro.
Aparcó la moto cerca de la oficina de control y saludó con la cabeza al despachador mientras firmaba el manifiesto de carga del día. El FTX-407 era un trayecto de carga normal, en el que se transportaba maquinaria, materias primas y una cámara acorazada especialmente segura en el vagón 3. La cámara acorazada siempre llamaba la atención.