De repente, en medio del caos, un plan se formuló en la cabeza de Adam, y no pudo evitar sonreír. Si esos piratas querían meterse con su barco, les esperaba un viaje salvaje. Después de todo, Adam conocía el portacontenedores mejor que nadie.
El capitán Adam tomó rápidamente el micrófono y gritó un mensaje por el intercomunicador. Exigió que todos los miembros de la tripulación se dirigieran a la cafetería de la cubierta inferior. También les informó de que iban a subir piratas a bordo, esperando que su advertencia fuera oportuna.