Tras el enfrentamiento, Adam recorrió el barco con urgencia, velando por la seguridad y el bienestar de todos los miembros de la tripulación. Su voz era una presencia tranquilizadora en medio del caos.
Una vez convencido de que todos estaban sanos y salvos, se dedicó a evaluar la situación con los guardacostas. Volvió al puente y cogió sus prismáticos. En el horizonte, la silueta del guardacostas se hizo visible.