Adam vio cómo los dos nerviosos piratas, Ahmed y Yusuf, empuñaban con fuerza sus AK-47 y se acercaban sigilosamente al sonido, confundiendo el estruendo con miembros ocultos de la tripulación. Dieron pasos vacilantes hacia el ruido, con los corazones llenos de ansiedad y miedo.
A medida que se acercaban al ruido, la codicia superó momentáneamente a la cautela. Miraron dentro de la caja y sus ojos se abrieron de par en par con incredulidad al ver los nuevos y relucientes teléfonos inteligentes. Estos caros aparatos les prometían una fortuna que superaba con creces sus sueños más descabellados.